La
Ladrona de Libros
Composición
Aún
existo
Entre la guerra engendrada por tanto
odio, de tanta muerte provocada por la violencia y la miseria, todavía sigo
vivo, sigo enloqueciendo a los niños por sus padres y por pequeños detalles que
los hace felices; acompañado de la inocencia y ternura; los atrapo y los
envuelvo: jugamos y me nutren, me alimentan con sus sonrisas, sus lágrimas, sus
acciones tan puras y tan nobles, que no tienen nada de malicia, solo son
naturales y transparentes.
Siempre estoy presente con ellos y en
ellos, aun cuando mi rival y acompañante, los quiera corromper, y lo lograra
con algunos, constantemente estoy en el recuerdo de cada unos de sus actos y
vivencias; en algunos poco en algunos mucho, en otros seguiré eternamente, en
otros nunca.
Sigo latente también en los
adolescentes, acompañado de la pasión, el desenfreno y la locura; a
ellos los obsesiono, los hago alucinar y con ello me recuerdan siempre, para
bien o para mal, porque no los dejo pensar, solo actuar, sentir y gozar. A
ellos me les manifiesto tan fuerte, que son capaces de hacerlo todo por mí y en
mi nombre. Los hago despertar hacia un mundo lleno de crueldad y les hago saber
que con mi sana compañía estarán bien encaminados y no estarán solos, siempre
los perseguiré agitándolos y sacudiéndolos, en su andar siempre dándoles lecciones sobre la
vida y su ser.
En los adultos me presento ya de una
manera más centrada pero de forma sublime y verdadera los hago regresar otra
vez a sus etapas anteriores, siempre sin perder mi objetivo: disfrutar, sentir,
aferrarse a la vida siempre amando.
Ese soy yo causando destrozos peores
que la guerra en los corazones y almas humanas: sacudiéndolos y embriagándolos
de mí, concientizándolos que por mi vale la pena vivir. Conmigo aprenden,
sueñan, juegan y ríen eternamente y aunque muchos digan lo contrario; aun
existo y seguiré existiendo, aun cuando la raza humana me evada, se esconda y
hulla de mí:
Estaré
siempre al asecho.