El cuento
Narración breve,
oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido
número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace
final rápidos, proviene del término latino computus, que significa “cuenta”.
Es posible distinguir entre dos grandes tipos de cuentos: el cuento popular y el cuento literario.
El cuento popular suele estar asociado a las narraciones tradicionales que
se transmiten de generación en generación por la vía oral. Pueden existir
distintas versiones de un mismo relato, ya que hay cuentos que mantienen una
estructura similar pero con diferentes detalles.
El cuento literario, en cambio, es asociado con el cuento moderno. Se trata de
relatos concebidos por la escritura y transmitidos de la misma forma. Mientras
que la mayoría de los cuentos populares no presentan un autor diferenciado, el
caso de los cuentos literarios es diferente, ya que su creador suele ser
conocido.
El patito feo

Todos esperaban en la granja el
gran acontecimiento. El nacimiento de los polluelos de mamá pata. Llevaba días
empollándolos y podían llegar en cualquier momento.
El día más caluroso del verano mamá pata escuchó
de repente…¡cuac, cuac! y vio al levantarse cómo uno por uno empezaban a romper
el cascarón. Bueno, todos menos uno.
- ¡Eso es un huevo de pavo!, le dijo una pata
vieja a mamá pata.
- No importa, le daré un poco más de calor para
que salga.
Pero cuando por fin salió resultó que ser un pato
totalmente diferente al resto. Era grande y feo, y no parecía un pavo. El resto
de animales del corral no tardaron en fijarse en su aspecto y comenzaron a
reírse de él.
- ¡Feo, feo, eres muy feo!, le cantaban
Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no
supo qué decir. Los patos le daban picotazos, los pavos le perseguían y las
gallinas se burlaban de él. Al final su propia madre acabó convencida de que
era un pato feo y tonto.
- ¡Vete, no quiero que estés aquí!
El pobre patito se sintió muy triste al oír esas
palabras y escapó corriendo de allí ante el rechazo de todos.
Acabó en una ciénaga donde conoció a dos gansos
silvestres que a pesar de su fealdad, quisieron ser sus amigos, pero un día
aparecieron allí unos cazadores y acabaron repentinamente con ellos. De hecho,
a punto estuvo el patito de correr la misma suerte de no ser porque los perros
lo vieron y decidieron no morderle.
- ¡Soy tan feo que ni siquiera los perros me
muerden!- pensó el pobre patito.
Continuó su viaje y acabó en la casa de una mujer
anciana que vivía con un gato y una gallina. Pero como no fue capaz de poner
huevos también tuvo que abandonar aquel lugar. El pobre sentía que no valía
para nada.

Un atardecer de otoño estaba mirando al cielo
cuando contempló una bandada de pájaros grandes que le dejó con la boca
abierta. Él no lo sabía, pero no eran pájaros, sino cisnes.
- ¡Qué grandes son! ¡Y qué blancos! Sus plumas
parecen nieve .
Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero
abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía siendo un animalucho feo.
Tras el otoño, llegó el frío invierno y el patito
pasó muchas calamidades. Un día de mucho frío se metió en el estanque y se
quedó helado. Gracias a que pasó por allí un campesino, rompió el frío hielo y
se lo llevó a su casa el patito siguió vivo. Estando allí vio que se le
acercaban unos niños y creyó que iban a hacerle daño por ser un pato tan feo,
así que se asustó y causó un revuelo terrible hasta que logró escaparse de
allí.
El resto del invierno fue duro para el
pobre patito. Sólo, muerto de frío y a menudo muerto de hambre también. Pero a
pesar de todo logró sobrevivir y por fin llegó la primavera.
Una tarde en la que el sol empezaba a calentar
decidió acudir al parque para contemplar las flores, que comenzaban a llenarlo
todo. Allí vio en el estanque dos de aquellos pájaros grandes y blancos y
majestuosos que había visto una vez hace tiempo. Volvió a quedarse hechizado
mirándolos, pero esta vez tuvo el valor de acercarse a ellos.
Voló hasta donde estaban y entonces, algo llamó su
atención en su reflejo. ¿Dónde estaba la imagen del pato grande y feo que era?
¡En su lugar había un cisne! Entonces eso quería decir que… ¡se había
convertido en cisne! O mejor dicho, siempre lo había sido.
Desde aquel día el patito tuvo toda la felicidad
que hasta entonces la vida le había negado y aunque escuchó muchos elogios
alabando su belleza, él nunca acabó de acostumbrarse.

Fin
Autor:
Hans Christian Andersen
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