Padres adolescentes ¿Crianza conflictiva?
Tradicionalmente se ha esperado que los roles de crianza, caracterizados por el afecto, el cuidado, la protección y el control hacia los hijos, sean asumidos por adultos, dada su madurez y experiencia. Sin embargo, el incremento de padres y madres adolescentes ha resinificado dicha tradición, mostrando a estos roles como procesos posiblemente conflictivos que generan avances y retrocesos en el desarrollo de los padres, quienes redefinen su vida y sus funciones familiares, evocando cambios que pueden afectar también el curso del desarrollo de los hijos (Everingham, 1997; y Eyer, 1995).
La maternidad y la paternidad vendrían siendo el producto de diferentes procesos de construcción psicosocial que incluyen concepción, gestación, crianza y socialización de los seres humanos, involucrando una serie de costumbres, tradiciones, convenciones, beneficios, actitudes y normas en el proceso de velar por el cuidado y desarrollo de los hijos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia se ha definido como la etapa del desarrollo humano que va entre los 11 y 19 años de edad, en la cual se consideran dos fases: la adolescencia temprana que va de los 11 a los 14 años de edad, y la adolescencia tardía dada entre los 15 a 19 años de edad. Así mismo, esta organización estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente y de estos, el 85% viven en países pobres o de ingresos medios y además, aproximadamente el 1.7 millones de ellos mueren al año (Amaya, J. y cols., 2005).
la actividad sexual de los adolescentes va en aumento en todo el mundo (Serbin, L., et al, 1991), incrementando así el número de padres jóvenes. Esta situación, trae como posibles consecuencias algunas dificultades a nivel personal, social, económico, educativo y laboral tanto para los adolescentes, como para los hijos, la familia y la sociedad en general, lo cual afecta de manera directa el proceso de crianza.
Al manifestarse un embarazo en la adolescencia, generalmente se afirma que se interrumpe y se desequilibra el proceso de desarrollo de los jóvenes, posibilitando que se presenten dificultades en la dinámica relacional entre éstos y el mundo psicosocial que les corresponde vivir. Por lo tanto, el evento del embarazo implica la toma de decisiones por parte de los jóvenes padres, las cuales son elecciones que giran en torno a cuestiones sobre el curso de la gestación, de la vida como pareja, de la familia, de la continuidad escolar, del trabajo, de las necesidades económicas, de las nuevas responsabilidades, entre otras (Spieker, S., & Bensley, L., 1994; y Grandi, C. y cols., 2008).
La crianza es un periodo fundamental para el desarrollo del ser humano, en donde los cuidadores asumen el proceso de socialización de los menores. Sin embargo, cuando los adolescentes se apoderan de la crianza de su hijo, estos se enfrentan al conflicto de socializar cuando aún se encuentran en el proceso de ser socializados, pues estos jóvenes padres aún dependen de la protección de la sociedad, de la familia y de la escuela (Corbella, 1994; Knibiehler, 2001).
De esta manera, se observa que la maternidad y la paternidad son prácticas sociales complejas que tienen como función principal la reproducción del grupo social y la atención a los nuevos sujetos sociales
La maternidad y la paternidad en la adolescencia pueden implicar una crianza conflictiva, tanto para los padres como para las familias de los adolescentes, ya que estos aún no han terminado su proceso de socialización y dependen de su familia de origen tanto económica como afectivamente.

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